Fue la primera mujer negra en el tango y precursora del candombe uruguayo cantado. Estamos hablando además de una luchadora recibida con honores por Nelson Mandela y una artista incluida por los críticos en la selecta lista de las grandes negras de la canción junto a Ella Fitzgerald.

Lágrima

Lágrima, cuyo nombre real era Lida Melba Benavídes Tabárez, fue protagonista en un capítulo de la serie “Sones y Pasiones”, producida y transmitida por teleSUR y dedicada a la africanía uruguaya expresada y reconocida en el candombe. Más alla del candombe, emergió la magia de ella, asociada al tango.

Lágrima expresó que padeció mucho en la sociedad donde le tocó desenvolver su vida debido no solamente a que era negra, sino a que era mujer, y mostró alegría porque la juventud uruguaya estaba siguiendo los pasos de su identidad al reconocerse por fin en el candombe, guiada por extraordinarios músicos contemporáneos.

Bien sabemos que el candombe identifica mucho de la historia uruguaya cuando sus puertos eran los que recibían a los esclavizados que serían distribuidos en la zona austral de Suramérica, y también se sabe que esos grupos fueron tratados con benevolencia en Uruguay permitiéndoles sus creencias, rituales y música. También hay evidencias de cómo, cuando fueron falleciendo los precursores africanos, las prácticas (incluida la música) se fueron desvaneciendo. De ahí que el trabajo de Lágrima fuera titánico… y generó tan buenos frutos.

Nació el 26 de septiembre de 1924 (otros datos indican el 8 de octubre) en el seno de una familia muy humilde en la ciudad de Durazno, 183 kilómetros al norte de Montevideo. Su casa natal está en pie, allí en la ciudad de Durazno.

Su madre era trabajadora doméstica y su padre un obrero portuario. Como cosas de la vida está asentado el dato según el cual Lágrima Ríos siempre vivió en la calle Durazno de la capital uruguaya. Es decir: Durazno ciudad natal, Durazno residencia de vida.

Trasladados a Montevideo, Lida Melba sintió la influencia de la música de las vitrolas de las casas donde su madre trabajaba como doméstica y a la que acompañaba. A su corta edad no olvidaba los consejos musicales de la abuela materna y otros detalles, pues confesaba ella que su abuela era una esclavizada brasileña fugada hacia Uruguay y que con ella viajaron muchos secretos de vida para resistir, como cortar el mal con tijeras. La linea paterna al parecer no tuvo incidencia en su formación.

Periplo

Comenzó a cantar en público a los 21 años, en 1945, acompañada por un guitarrista. La noche era para el canto y el día para su trabajo como obrera en una fábrica hasta que en 1956 ganó un concurso en una radio de Montevideo. Esto le transformó la vida y hasta el nombre pues a partir de allí fue conocida como Lágrima Ríos. Alberto Mastra, su maestro, al integrarla en uno de sus famosos tríos, le advirtió: “Vamos a cambiarte el nombre, elige entre Armonía o Lágrima”. Ella eligió Lágrima «porque las lágrimas no siempre son de tristeza, las grandes alegrías también nos hacen llorar».

El concurso ganado la conduciría a ser vocalista en una orquesta, la de Orosmán «Gato» Fernández. Poco tiempo después perdió su trabajo debido al color de su piel. No se pasa por el mundo así no mas interpretando tangos siendo negra, porque, ojo, no era como dicen los argentinos “morocha”, (piel oscura, morena en el Caribe). Lágrima era negra.

Fundó un quinteto vocal negro al que dio el nombre de «Brindis de Salas». El detalle es importante si recordamos que Claudio José Brindis de Salas fue un violinista negro, cubano, de renombre mundial. Era llamado el «Paganini negro» y murió en Buenos Aires en 1911 en medio de circunstancias sociales y materiales muy adversas. Lágrima mantuvo su quinteto durante diez años, y lo hizo en su honor.

Habiendo emergido en el mundo del tango, Lágrima grabó discos con temas tradicionales que nunca dejó de cantar, coherente con su propia sensibilidad y agradecida del género que le abrió las puertas para que mediante él expresara su sentir y su pensar.

Legado

Siendo la primera afrodescendiente en hacerlo, fue llamada «La perla negra del tango». Todo un honor y un mensaje.

No sólo eso. Lágrima se dedicó a preservar los rituales del carnaval de Uruguay y renovó la vitalidad del candombe al asumir que no se trataba únicamente de una fiesta, sino de una tradición de su raza. Comenzó a cantarlo en un hecho inédito. Se convirtió así también en precursora del candombe cantado. Fue otro mensaje.

La vida de esta mujer se transformó en un ir y venir por el mundo llevando siempre consigo la modestia, la dulzura, la calidad y un extraordinario don de gente que cautivó a todo el que la conoció.

Paseó el arte de su voz negra por Brasil, Chile, Ecuador, España, Alemania, Inglaterra, Francia, Estados Unidos de Norteamérica, Canadá, Suecia, Cuba y Sudáfrica, entre otros países. En Sudáfrica,Nelson Mandela la recibió con honores.

Conoció a Gardel y compartió escenarios con Mercedes Sosa, Gilberto Gil, Horacio Guaraní, Jorge Cafrune, Alberto Castillo, Hugo del Carril, Aníbal Troilo, Roberto «el polaco» Goyeneche y Osvaldo Pugliese, entre otros. Todos la reconocieron y agradecieron sus aportes. Su voz era potente, como afirmaba ella misma: “los negros tenemos las cuerdas vocales una pinta más gruesa que los blancos”.

En 1982, Lágrima inició una gira europea que la llevó a residir tres años en España. Esto le permitió viajar a Suecia para visitar a su exiliado hijo, quien salió de Uruguay en 1973 por causa de la dictadura militar en Uruguay. Eduardo fue su único hijo y fue militante Tupamaro. Francisco «Paco» Gude fue el gran compañero de Lágrima y su representante durante 30 años. Luego de esa gira española, Nueva York la esperó con ovaciones.

La fama de Lágrima no impidió que fuera férrea a la hora de defender los derechos humanos de los negros en general y sobre todo de los negros uruguayos. Rubén Rada es uno de sus herederos.

En 1995, la intérprete se convirtió en presidenta de «Mundo Afro», un organismo no gubernamental creado en 1988 y centrado en la lucha contra la xenofobia y el racismo. Por eso, cuando falleció, antes de ser sepultada, su pueblo condujo sus restos mortales hasta la sede de «Mundo Afro».

Entre el tamboril y el bandoneón transcurrió la vida de esta mujer revolucionaria que a su fallecimiento generó un profundo silencio no sólo en el «borocotó chas chas» del candombe, sino en la sonrisa fácil de su raza y en el alma de quienes la amaron por su dignidad en la música y en la vida.

Entregó su último suspiro el 25 de diciembre de 2006, allí en la tierra del candombe y de su alegría colorida.

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